domingo, 30 de noviembre de 2008

EL FÍSICO NO IMPORTA, .....

..... Y UN K..........
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Todo el mundo tiene en su casa como mínimo dos espejos, pero el físico no importa.
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Todos los ascensores tienen un espejo, a veces incluso toda las paredes son espejos, pero el físico no importa.
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Las escaleras mecánicas de El Corte Inglés forradas de espejos, pero el físico no importa.
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La gente mira los escaparates más para comprobar su imagen que para ver el interior, pero el físico no importa.
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Aun otorgando el beneficio de la duda a los que os enamorasteis no precísamente de LISA, ¿qué haríais si tuvierais el programa?. Ese programita que no sirve para vosotras, ya sabemos vuestra "romántica afición" a enamoraros de los feítos interesantes. "Feíto interesante" esto da para toda una entrada.
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Si se trata de un político, una actriz, una cantante, un músico, ....., la imagen cobra especial relevancia, como parte fundamental del producto a comercializar.
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Se puede saber entonces quién o quiénes son los responsables de esta aberración, porque está claro que hay alguien que sobra en el vídeo, alguien que no tiene amigos, porque de haberlos tenido le habrían dicho "pero shiquillo ¿tú te has visto?".


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Por favor, si conoceis a los responsables, denunciadlos con vuestros comentarios.

sábado, 22 de noviembre de 2008

ÉXTASIS, RELAX Y MEDITACIÓN

El ascensor debía estar en la última planta. Es una de esas leyes de Murphy que siempre se cumplen. De no tener prisa, el ascensor hubiese estado esperándole. Pero una vez más, Murphy ganaba la batalla. Aquella situación era prácticamente insostenible. El ascensor estaría en la última planta y bajaría a su velocidad programada, algo normal si la situación fuese normal. Pero aquella, no siendo excepcional, generaba adrenalina suficiente para poner todo los músculos del cuerpo en tensión.
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Su nerviosa espera, sus paseos cortos, rápidos y en todas direcciones encontraron su final con aquel sonido. Las puertas del ascensor se abrieron. Parecían tan lentas. Dada la orden, el elevador subía hacia su destino. Pero parecía tan lento. Sus sentidos se agudizaban. Como si de una mosca se tratase, su ritmo vital se aceleraba por momentos. Todo a su alrededor fluía con tanta lentitud. Parecía que nunca llegaría a su destino. Tanto esfuerzo para algo tan fugaz.
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Al fín se encontró frente a la puerta. Las llaves, preparadas ya en el ascensor, se dirigían temblorosas a cumplir con su función. Ya estaba allí. Un último esfuerzo. Pero ya todo comenzaba a desmoronarse. Las llaves se quedaron en la cerradura. La mochila cayó en el hall. La cazadora en el pasillo. Los últimos movimientos serían vitales. Con la coordinación necesaria lo conseguiría.
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Ya todo había pasado. Sus ojos cerrados dieron paso a una relajación absoluta. Nada se le podía comparar. Nada tan liberador. La frustración de algunos se convertía en opio para él, en un brevísimo instante de éxtasis y relax. Para otros incluía un ritual de lecturas. Lecturas dispares. Libros, revistas, catálogos, folletos promocionales, champús, geles, cremas, ....., cualquier cosa les valía para soportar su infructuosa espera. En cambio, para él tan sólo consistía en un rápido trámite vital. Jamás los entendería.
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Tras esos pocos segundos de éxtasis, relax y meditación, abrió los ojos. Ante él se mostró coronando aquel montón de ..... lecturas. Su mano lo buscó llena de la tentación diabólica que aquel catálogo irradiaba. Aquello le cambió la vida. No había nada que leer. Tan sólo había que mirar y disfrutar. Desde entonces, sus estancias allí cobraron una nueva dimensión. Porque allí estaría esperándole la magnificencia de la nueva temporada de Intimissimi.

domingo, 16 de noviembre de 2008

SEVILLA, MIARMA .....

Con las limitaciones impuestas por mi destierro a tierras cordobesas, destierro cada vez menos amargo, y es que a todo nos acabamos acostumbrando, cada vez escribo menos en este mediocre blog del rey de los mediocres del mundo, parafraseando al Salieri de Milos Forman. Tenía en mente escribir la última de la serie de pamplinas semanales, pero algo esta mañana ha cambiado en mi ánimo. Y es que cruzaba anoche el río lleno de ilusión y volvía a Sevilla repleto de dudas y de frío.
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Muchos cofrades y no cofrades, Sevillanos o no, teníamos marcada en el calendario la fecha del viernes 14 de noviembre. El Señor volvía a su Casa. Motivo de gozo para su Hermandad. Motivo de gozo para casi todos, porque, como bien cuenta ese buen Aguaó, por Santa Rosalía, a buen seguro, las sensaciones fueron encontradas. Motivo de gozo. Como así lo entendieron las Hermanas Carmelítas de Santa Ana, cuando, al paso del Señor por su Convento, en la esquina de Santa Ana con Santa Clara, repicaron a gloria con orgullo sus campanas.
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Motivo de gozo. Por eso no entiendo cómo muchos miraban con extrañeza la torre del convento, cuando ese repicar de campanas rompía el silencio de los rezos. Por eso no entiendo por qué la solemnidad del traslado se tiene que confundir con caras de penitencia, en el cortejo y fuera de él. Por eso no entiendo por qué no vislumbré ni una cara alegre en todo la procesión. Por eso no entiendo por qué, en un día de gozo como el del viernes, se tienen que forzar todos los músculos de la cara para conseguir un rictus antinatural. Porque seguro, en la propia Madrugá, bajo el anonimato de ese bendito ruán, las caras son otras.
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Así, esta mañana un pensamiento me ha llevado a otro. Y recordé el regreso de la Virgen del Valle a su Iglesia de la Anunciación tras ser coronada canónicamente. Y recordé ese cortejo, de seriedad extrema, con guantes de cabritilla negro, al más propio estilo Don Cicuta. Y recordé cómo la Virgen cruzaba el dintel de su casa entre las palmas de la media Sevilla que entendía aquel acontecimiento como glorioso y gozoso, mientras la otra media Sevilla, la Sevilla casposa, en posesión de la eterna verdad de ésto, siseaba con desprecio.
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Y recordé a María Santísima de la Concepción del Silencio aquel 9 de mayo de 2004, en su salida extraordinaria para conmemorar el CL Aniversario de la Proclamación del Dogma Concepcionista, meciéndose por primera vez ante mis ojos a los sones, entre otras, de marchas como Corpus Christi, Virgen de las Aguas, Aniversario Macareno, Pasan los Campanilleros o Esperanza de Triana Coronada.
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Y recordé a la Amargura en una levantá a pulso ante las Hermanitas de la Cruz, el 14 de noviembre de ese mísmo año, en el día de su salida extraordinaria por el L Aniversario de su Coronación Canónica, interpretándose el repertorio macareno, una marcha tras otra.
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Y recordé a esa Sevilla casposa y almidoná, con su inaguantable olor a naftalina y su doble rasero. La Sevilla que se despacha a su gusto, según con qué Hermandad. La que considera una salida extraordinaria como jugar a los pasitos, según de qué Hermandad se trate. La que considera que las procesiones extraordinarias que se alargan hasta las tantas de la madrugá son inaceptables, claro, según quién lo haga. Si escucho algún calificativo negativo de lo sucedido ayer en Triana prometo reconocerlo. Pero si alguien los escucha en programas del corte de Pasion en Sevilla, agradecería que me lo hiciera saber, a Córdoba no llega la señal.
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En fín, Sevilla miarma, si no te entiendo ni yo, cómo te van a entender los cofrades de distintos puntos España, que se acercan a Tí para ver las procesiones extraordinarias de tus hermandades. Cómo van a entenderte, si se encuentran Diós sabe qué, cuando ellos esperaban encontrarse algo qué creían aprendido y comprendido.
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En fín, Sevilla miarma, así es como eres, para bien o para mal, políticamente correcta pero injusta hasta el hastío, capaz de prohibir a la Hermandad de las Siete Palabras que interprete en la Campana la marcha Campanilleros, para luego ponerte en pié y llorar cuando lo hace la Macarena. Pero claro, "es que La Macarena es La Macarena".

sábado, 8 de noviembre de 2008

ANSIEDAD

Aquella noche no pudo conciliar el sueño. Había estado a punto de hacer un daño irreparable. Había estado demasiado cerca. Jamás podría olvidar lo que le sucedió aquel día de primavera. Tan sólo encontraba consuelo en la posibilidad de aprender del error cometido. Un error que pudo cambiar su vida.
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Todo comenzó de repente. El local aún no se había llenado. Eran los últimos momentos de tranquilidad antes de la fiesta. La música no paraba de sonar, a ese volumen que termina dañando más la garganta que los propios oídos. Él se encontraba al fondo del local. Como siempre, de frente a la puerta. Dar la espalda a la puerta era un error que jamás se permitiría. Su situación privilegiada, le permitía estar prevenido ante cualquier llegada inesperada. Aquello lo aprendió de alguien que había dejado demasiados enemigos tras de sí a lo largo de su vida.
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Mientras bebía y comía departiendo con sus amigos, el local se fue llenando poco a poco. La fiesta ya se hacía notar. Pero su mirada siempre volvía rítmicamente hacia la puerta. Así fué cómo la vió por primera vez. Morena. Esbelta, más si cabe sobre aquellos tacones negros. Sus genes reclamaban orgullosos su origen mediterráneo. El pelo negro perfectamente recogido por detrás. Sus ojos negros perfilados como con khol rebosaban luz y misterio. Sus labios rojos, manjar de dioses. Su terno negro, rigusoso y elegante, tan sólo era roto por un clavel que emergía desafiante protegido por aquellos senos. Si alguna vez la tentación se hizo carne, acababa de entrar por aquella puerta.
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Cautivado por su mirada, las palabras de sus amigos se diluían como la nieve de otoño. La algarabía se hizo silencio en sus oídos. Aquel local se quedó vacío a sus ojos. Tan sólo estaba ella. Allí, emplazada, con la seguridad de saberse bella y poderosa. Él sintió como el sedal se recogía poco a poco. Tenía que acercarse. Su respiración se agitaba y el corazón ya se había desbocado, mientras sus piés recorrían el camino que le separaba de aquella mujer sin la más mínima vacilación. Jamás en su vida volvería a experimentar aquello. Hechizado por aquella mirada, en sus actos no había el más mínimo resquicio de duda, porque ya no era dueño de sus actos.
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Desde aquel momento perdió por completo la noción del tiempo y del espacio. Nada de lo que ocurría a su alrededor tenía importancia. Todo era prescindible si podía seguir mirándola. Un intercambio de miradas, sonrisas y palabras. Y como los cortes en las películas, la siguiente escena lo mostraba sentado a solas con ella. A su merced. Había caído en aquella tela de araña sin importarle cuan venenoso podía ser su aguijón.
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Nadie le había prevenido nunca sobre una situación así. Indefenso ante aquella creación, la ansiedad llenó todo su ser. Aquello no le podía estar pasando a él. Aquello, decían, tan sólo ocurría en las películas. Ya no habría palabras. El silencio tan sólo era roto por sus suspiros. Un baile frenético donde sólo mandaba ella, ofreciendo su cuello como fruta prohíbida, inicio de un camino tantas veces soñado. La sangre le quemaba en las venas. Ya no habría vuelta atrás. Estaba perdido. Tan sólo había una salida, llegar al final del camino. Pero no debe el sediento beber con ansiedad el agua en el desierto. Un grito le despertó de aquel sueño. La rabia, el asombro y el dolor se mezclaban en aquel rostro. Unas palabras que lo hundieron en una pesadilla, en un laberinto del que pudo no salir jamás. Unas palabras que para siempre retumbarían en sus oídos. Cómo podía él haber sabido aquello. De haberlo sabido jamás habría actuado así. Nunca había vista nada parecido. Quién coño habría inventado algo así. Por qué nadie le había hablado nunca de ello. Al parecer lo llamaban body. De haber sabido que no era una simple camiseta interior no habría insistido tirando hacia arriba con tanta fuerza. Desde aquella noche, odiaría con toda su alma los bodys con corchetes de extrema seguridad y a Nat King Cole.
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Ansiedad, de tenerte en mis brazos
Musicando,... palabras de amor
Ansiedad, de tener tus encantos
Y en la boca, volverte a besar
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Boomp3.com

domingo, 2 de noviembre de 2008

HUMANIDAD MUTANTE

Washington D.C. 2 de noviembre de 2018. En el Pentágono, a 18 plantas bajo tierra, la cúpula del Departamento de Defensa de los EE.UU. había sido convocada con carácter de urgencia. La búsqueda que había comenzado hacía una decada acababa de dar sus frutos. Después de incontables intentos, se había llegado a la solución final. El Presidente conocería al fín el Arma Total. Ya nada habría que temer. Todo estaba de nuevo en sus manos y bajo control.
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Confirmada la crísis de 2008, un científico sevillano iniciaba sus experimentos en la Universidad Hispalense. De familia humilde, huerfano de madre y padre trilero, nada le hacía presagiar el brillante futuro que el destino le tenía deparado. Con su mirada clavada en la absoluta oscuridad de la oquedad de aquel frío cilindro metálico que apuntaba a su frente, su último pensamiento le llevó a su Sevilla natal. Fué el único momento de su corta vida en que prefirió haberse parecido a su padre, para evitar así aquel final.
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La crisis mundial concienzudamente preparada desde antes de 2008 se agravaba más allá de cualquier previsión. El crecimiento exponencial de la población mundial que sufría el azote de la hambruna no cesaba. Unos pocos ricos se hacían cada vez más ricos a costa del resto de la especie. El secreto de su riqueza era el dominio de la escasez premeditada de recursos naturales.
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La solución se le ocurrió en la recepción de aquel congreso. Las bandejas de comida salían de todas las puertas que rodeaban el deslumbrante salón. Posiblemente aquella sería la única comida sólida que los científicos presentes verían en toda la semana. Aquella oportunidad no podía ser desperdiciada. Comer todo lo posible y hacer acopio de víveres sin ser descubierto se hacía vital. Pero cómo hacerlo. Entonces recordó a aquel amigo de su infancia. En concreto a aquel que en los cumpleaños comía más pastelitos que nadie. A aquel que en la cabalgata comía más caramelos que nadie. Aquel que en casa de los amigos comía más pizza que nadie. Aquel que en los pescaítos de su hermandad, acababa con todo el adobo mientras el resto tan sólo acertaba a soplar las huevas que dejaba. Aquel que en las bodas liquidaba las gambas y el jamón, dejando para el resto tan sólo las papas fritas y las "asitunitas" sin hueso con "sabor" a anchoa y Dios sabe qué en su interior. Aquel que se comía las cabrillas como si fueran kikos. Aquel que se comía las coquinas como si fueran pipas. Aquel que se comía las sardinas como si fueran chanquetes. Tan sólo tendría que pedirle una simple muestra de ADN. Conseguir aquellas habilidades sería el inicio de la solución. La selección natural de nuevo se abriría paso. Esta vez no sobrevivirían los más fuertes, lo harían los que comieran más rápido. Aquellos a quien tanto había odiado, por no encontrarse él entre ellos, salvarían primero a sus familias, luego a sus vecinos, después a sus compatriotas. Así llevaría a su gente a restituir las cinco comidas de toda la vida de Diós.
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Poco tiempo tardó la CIA en saber de su descubrimiento. Aquel "arma mortal" que mataba de hambre a quien lo rodeaba estaría pronto en manos de los EE.UU., y su descubridor muerto. Aquel vomitivo país repleto de tontos, que hacían concursos de velocidad comiendo hamburguesas o perritos calientes, en lugar de hacerlos con gambas de Huelva o langostinos de Sanlucar, dedicaría esas habilidades a algo tan vano e inútil como ésto


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Lo que no sabían los imperialistas deglutadores de mierda, es que esas habilidades son innatas en nuestro pueblo, y la ponemos en práctica cuando nos da la real gana. Por eso en las bodas cuando pasa el "mushasho" con la bandeja de "Frituras de Calabacín Caramelizado" pensamos "la verdura se la vas a dar al novio, miarma". Pero cuando vemos venir las bandejas de jamón, ay el jamón, entonces sale a relucir aquella habilidad que sólo unos pocos llevamos en nuestros genes. La rapidez de mente, dedos y dientes.