lunes, 16 de abril de 2007

TE HE EXTRAÑADO MUCHO.

Sevilla entera se ha maravillado contigo. Y yo no te reconocí.
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Tu eternidad lo necesitaba y yo lo entendía, pero no te reconocí.
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Ansíaba verte. Deseaba verte como antaño, casi a solas. Y te esperé, allí, antes de que Castelar se difumine en Molviedro. Te anhelé desde tu primera cruz.
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Quería volver a sobrecogerme contigo, sentir cómo a tu paso el aire vuelve a pararse, cómo sólo se olle tu presencia, cómo ese río interminable de sombras llenas de luz te anuncian, cómo el corazón se agita cuando siente que la calle se ilumina a tu llegada.
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Por fín viniste a mi. No con el andar de siempre, pero firme en tu caminar. Cuando lo inundaste todo con tu presencia yo no te conocí. Sabía que eras tu, pero no te sentí. Te busqué y sin saber por qué no te hallé.
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Entonces lo entendí. No te esperaba yo. Te esperaba un niño que guarda tu bendita imagen desde la primera vez que lo presentaron a ti. Esperaba mi recuerdo, el que renace cada año, el que me impresionaba cada viernes, cuando te rezaba antes de besar el azulejo de tu madre y tu sencilla Cruz. Esperaba al que era distinto a todos, al que ninguno se parecía, al lleno de misterio, al que se adivinaba entre sombras, al que nunca me atreví a sostener la mirada, al que siempre me acompaña, al que más sufría, al que más nos redimía, al que más nos ayudaba, al que más se le rogaba, al que era más Dios que hombre, al Señor. Quise compartir mi desazón pero nadie me comprendía.
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Y ahora, ahora que por fin veo tu rostro, te extraño. Ahora que eres tu, no te conozco. Ahora que te veo, no te siento. Porque de pronto, ya no te ve el niño impresionado por tu grandeza. Porque sus recuerdos se han desvanecido al ver la luz en tu cara. Porque la imagen que esperaba no llegó.
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Por esto te extraño, y te seguiré buscando hasta que pronto, un día, cuando vuelva a tenerte cerca, me hables, y entonces te reconoceré y te sentiré. Y volveré a impresionarme como aquel niño, como todos los niños que cada viernes son llevados de la mano para besarte y aprender a rezar contigo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Simplemente dos palabras lo definen al señor de sevilla "GRAN PODER".

1 MUACCCCC

Anónimo dijo...

Que suerte tan grande la del sevillano poder ver a Dios caminando por las Calles de su Ciudad un dia al año, si el tiempo lo permite.Como dijo el gran Rodriguez Buzón "Quién vió andar al Gran Poder vió caminar a DIOS mismo"....
Además,al menos una vez al año nos deja besar su mano, y todos y cada uno de los demás días ese talón bendito.
Sí,está mas limpio que nunca,pero es Dios,es el SEÑOR.Yo espero que realmente lo encuentres porque es ÉL,ese DIOS que sigue velando por Sevilla desde una Plaza en la que todo cobra sentido con su presencia.
Cerraba el gran poeta su pregón diciendo:
"Si alguien te alza la mano
o te ofende Gran Poder,
te juro Dios soberano,
que ese no tuvo la fe
bajo cielo sevillano".