lunes, 1 de septiembre de 2008

DESPERTAR EN UN SUAÑO

Los príncipes visten de azul. Ésto nos han ensañado los cuentos, que visten de azul y que con un beso pueden acabar con cualquier sortilegio y devolver la belleza que nunca se debió perder. Ahora os voy a contar un cuento, de esos con final feliz, donde el príncipe es un ogro y donde el beso que nunca existió fue un gruñido que, lejos de deshacer un hechizo, sin saberlo originó el más bello sortilegio que se podía crear.
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Érase una vez una princesa de un reino pequeño y humilde, pero bellísimo y lleno de súbditos fieles y agradecidos.
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Todas las mañanas la joven princesa recogía su pelo con dos trenzas para visitar a sus súbditos, a todos y cada uno de sus súbditos, para dar y recibir regalos, para enseñarles y aprender de ellos. A veces recorría lejanos reinos y volvía con bellísimas historias que contar, con sus alforjas llenas de imágenes, música y poesía. Todo su pueblo la quería y se sentía orgulloso de su princesa, y ella, para no defraudarles, cada noche preparaba algo que mostrar a sus amigos la mañana siguiente, quienes curiosos no dejaban de visitarla para recibir sus regalos.
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Pero una mañana la Bruja Envidia envió a uno de sus ogros para acabar con la princesa. El Ogro no soportaba que una pequeña princesa de un pequeño reino fuese tan querida por su gente, y en cambio él, siendo tan "erudito", sólo tuviera la compañía de su señora Bruja, la Envidia. Así fue como el Ogro, empujado por la Bruja, ideó un malvado plan para acabar con el cariño hacia la princesa, sólo tendría que mancharla, sólo tendría que contar a sus súbditos que la princesa era una impostora, que les mentía cada mañana, que robaba los regalos que luego les ofrecía.
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La princesa, con el corazón roto, cayó en un llanto eterno y se encerró en el desván de su castillo sin dejar que su luz atravesara las pesadas cortinas. La princesa no lloraba por ella, sino por sus súbditos. Ella, empujada por la injusticia del Ogro, pensaba que los había defraudado y decidió nunca más volver a recibirlos ni a visitarlos, evitando así la vergüenza que sentiría al mirarlos a los ojos. La inocencia de la pequeña princesa había sido machacaba por la envidia de un Ogro que no pensaba dejar de humillarla, con la idea de mantenerla para siempre sumida en la tristeza de la injusticia.

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Pero el ogro no contaba con que aquel reino jamás permitiría que destrozara a su amiga, y desde todos los lugares acudieron súbditos al pié de la torre para aclamar a la princesa. La voz de sus amigos ahogaron el horripilante gruñido del ogro, quien tuvo que volver a la fría soledad de la Bruja Envídia.
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Pero su pueblo no consiguío que la princesa saliese de su crisálida. Por eso invadieron el castillo. Subieron en tropel por la escalera de caracol que conducía al final de la torre. Cuando derribaron la pesada puerta que llevaba al desván sólo encontraron un gran charco de agua salada. Nadie sabía que había ocurrido, pensaron que aquello debía ser un hechizo de la Bruja Envidia y tristes y enfurecidos volvieron a sus casas seguros de que jamás volverían a ver a la princesa.

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Lo que sus súbditos no sabían es que la princesa seguiría a su lado. La gran cantidad de lágrimas que brotaron de los ojos de la princesa fue llenando de agua el suelo del desván, el agua de sus lágrimas, agua salada, agua de mar. Así, un día, de aquel agua surgió una sirena para rescatar a la princesa. Le dijo que su padre el gran Neptuno había escuchado el llanto de la princesa y le había parecido tan bello como el llanto de un oboe. Por eso Neptuno quiso que la princesa sembrara de música todos sus mares. Pero la princesa tenía mideo. No se atrevía a sumergirse en aquel agua, moriría ahogada. Entonces la sirena le dijo "no temas, no te has dado cuenta, al llorar, tus lágrimas han ido cayendo sobre tus pequeños piés y éstos se han ido convirtiendo poco a poco en unas preciosas aletas. Ya eres una de las nuestras. Desde hoy mostrarás la música a todos tus súbditos".

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Así fué cómo un ogro sin saberlo convirtió a la pequeña princesa en una bella sirena que cada noche mientras sus súbditos duermen, les visita en sueños para dejarles pequeños y bellísimos regalos. Por eso desde entonces sus súbditos hablan de "despertar en un sueño", un sueño lleno de música y libertad.

11 comentarios:

nefer dijo...

Gracias a nosotros no, gracias a TÍ.

1BESO.

Anónimo dijo...

Amigo nefer te acabas de salir, increíble...

Ciao

J.A.S. dijo...

Preciosa historia. Felicidades. Espero que la sirena regrese pronto, pues aprendí mucho de música siguiendola.

En cuanto a los ogros y príncipes azules, decir que existen más de los que debieran, y que ni unos son tan fieros, ni los otros tan azules, es más, en ocasiones destiñen.

Un Abrazo.
Ibrahím.

Anónimo dijo...

Que potito, que potito .......
Yo prefiero ser la rana VERDE.

P.D; -Por el color ??
-Po jí, por er color y porque ají me llevo er beso.

Besos a granel!!!!

Anónimo dijo...

. . .

nefer dijo...

GRACIAS.

1BESO.

AESOPUS X dijo...

Querido Nefer, hay mucho amor en este despertar.

Un beso

nefer dijo...

Un abrazo Amigo Poeta.

1BESO.

el aguaó dijo...

Amigo Nefer, has conseguido emocionarme. Acabo de asistir a uno de los gestos más bellos de la Red.

Amigo Nefer, tu gesto te honra, tus letras te ensalzan y tu regalo nos hace a todos más conscientes de tesoro que tenemos porque, aunque ella no lo sepa, es un tesoro.

Enhorabuena y felicidades amigo. Bellísima entrada.

Un fortísimo beso, de todo corazón, de tu amigo Ramsés.

nefer dijo...

Esto es una gota de agua en el inmenso océano de agua fresca que tu nos regalas AMIGO.

1BESO.

Carmen Diez dijo...

Bello blog, felicitaciones!!!!

¡¡¡¡Viva la poesia!!!!