
Dicen que es tu sonrisa, tu amabilidad.
Dicen que es tu sencillez, tu humildad.
Dicen que es tu nobleza, tu bondad.
Dicen que es tu constancia, tu generosidad.
Dicen que por tu corazón,
SEVILLA te admira,
te respeta,
te quiere,
y te arrulla.
Ya estas en el Olimpo
porque SEVILLA te ha elegido.
Por la grandeza de tu verdad.
Ya se ha completado el elenco,
porque sin haberlo anhelado
nos has llenado con tu inmensidad.
Pobres los que codician la inmortalidad
que a ti te ha sido otorgada.
Pobres los que persiguen la gloria
que a ti te vino a burcar.
Ayer niño-hombre de nervión.
Hoy leyenda de SEVILLA.
Porque no has salido,
has entrado a la cancha de los Mitos.
Porque SEVILLA te ha elegido.
Porque con su gubia a soñado
para la más morena de sus Esperanzas
su propio Joselito.
Pero yo te añoraré.
Añoraré tu voz, sin haberte hablado.
Añoraré tus gestos, sin haberlos recibido.
Añoraré tu sonrisa, sin haberla disfrutado.
Añoraré tu señorío, sin haberlo agradecido.
Añoraré tu grandeza, sin haberla valorado.
Añoraré tu amabilidad, sin haberla sentido.
Añoraré tu presencia, sin haberme acercado.
Te añoraré cada semana,
cada martes,
cada miercoles,
cada jueves,
cada sabado,
cada domingo,
porque añoraré a un caballero,
a un niño-hombre,
a un compañero,
a un hermano,
a un amigo,
a un SEVILLANO.
Dicen que es tu sencillez, tu humildad.
Dicen que es tu nobleza, tu bondad.
Dicen que es tu constancia, tu generosidad.
Dicen que por tu corazón,
SEVILLA te admira,
te respeta,
te quiere,
y te arrulla.
Ya estas en el Olimpo
porque SEVILLA te ha elegido.
Por la grandeza de tu verdad.
Ya se ha completado el elenco,
porque sin haberlo anhelado
nos has llenado con tu inmensidad.
Pobres los que codician la inmortalidad
que a ti te ha sido otorgada.
Pobres los que persiguen la gloria
que a ti te vino a burcar.
Ayer niño-hombre de nervión.
Hoy leyenda de SEVILLA.
Porque no has salido,
has entrado a la cancha de los Mitos.
Porque SEVILLA te ha elegido.
Porque con su gubia a soñado
para la más morena de sus Esperanzas
su propio Joselito.
Pero yo te añoraré.
Añoraré tu voz, sin haberte hablado.
Añoraré tus gestos, sin haberlos recibido.
Añoraré tu sonrisa, sin haberla disfrutado.
Añoraré tu señorío, sin haberlo agradecido.
Añoraré tu grandeza, sin haberla valorado.
Añoraré tu amabilidad, sin haberla sentido.
Añoraré tu presencia, sin haberme acercado.
Te añoraré cada semana,
cada martes,
cada miercoles,
cada jueves,
cada sabado,
cada domingo,
porque añoraré a un caballero,
a un niño-hombre,
a un compañero,
a un hermano,
a un amigo,
a un SEVILLANO.