lunes, 1 de octubre de 2018

DESDE MI ALCAZABA

Puedo escuchar el sonido de tus hojas,
acariciadas por la brisa de La Sierra,
pero no puedo cobijarme a tu sombra.

Puedo escuchar el arrullo de tu agua,
bajando día y noche por la escalera,
pero no puedo sentir tu frescor en mis manos.

Puedo recordar el color de tus jardines,
y la inolvidable fragancia de tus flores,
pero no puedo acariciar tus pétalos.

Puedo escuchar el canto de los pájaros,
sobrevolando mi alcazaba hacia ti,
pero no puedo verlos bebiendo de tu Fuente.

Puedo mirar la misma luna que tu ves
y las constelaciones del firmamento,
pero no puedo verlas en tus Siete Cielos.

Puedo recordar tu cadencia al andar,
y el inconfundible sonido de tus pasos,
pero no puedo sentirlas, dos de las 142.

Puedo soñar la perfección de tus formas,
reflejadas eternamente en tus estanques,
pero no puedo sentir el tacto de tus arrayanes.

Puedo sonreír cuando sonríes conmigo,
y suspirar contigo porque somos uno,
pero no puedo perderme en tus mocárabes.

Puedo sentir el calor del sol en mi cara,
pero no puedo jugar con sus rayos,
como atravesando las celosías de Comares.

Para eso vivo entre estos muros
y te defiendo desde mi Alcazaba.
Por eso sigo soñando despierto,
con mirarte a los ojos, Sultana.