LO CONSEGUISTE "AMIGO"

Enhorabuena "amigo", lo conseguiste. Tu tuviste tu pregón, Sevilla tuvo su pregonero, pero tu mayor logro ha sido que por primera vez en su vida este disidente haya escuchado un pregon de "Pitón a Rabo", utilizo esta expresión porque ya sabes que los dos somos muy taurinos y así nos vamos a entender. Y digo bien escuchar, porque espero no tener nunca que asistir en directo y por compromiso a ese foro donde se "distingue" a un Sevillano de otro.

.

Lo conseguiste, te escuché, porque como bien sabes un "amigo" tuyo no debía nunca perderse tu pregón.

.

Comencé llorando, lo confieso, no con tus palabras y sí con Amarguras, porque escuchar esa marcha justo antes del pregón es distinto, es como saber que has dado el primer beso, ese que nunca se olvida, y que la novia, la más guapa, se va, se va para no volver hasta dentro de un año, y este año es muy largo. Ya sabes, cosas del penumbreo cofrade.

.

Y empezó tu pregón, y paseaste por Sevilla, parándote a comprar calentitos, ya sabía yo que te ibas a parar a comprar calentitos; y te acordastes de los Canys con sus trajes blancos, conociéndote no sé yo lo que pasaba por tu cabecita, ....., y me puse en el palo, bien sabe Dios que me puse.

.

Me llegaste, lo confieso, con tu presentación del Domingo de Ramos, más por tu Sra. Madre que por tí. Y me hiciste sonreir, lo confieso también, cuando salpicastes tu pregón con ese aire fresco más propio del poniente de Cai y su noble gente que de tí mismo. Lo confieso, no me defraudastes, este saludo de capa lo esperaba y me lo diste.

.

Pero llegó el tercio de varas y te cargaste el toro, lo partiste en dos, le diste no tres sino cuatro puyazos, de esos que manda dar nuestro idolatrado Faraón cuando ve que el burel distrae su mirada con demasiada mala follá. El primero hablando de la Familia, y tú me vas a enseñar a mí lo que es una familia, teniendo el padre y la madre que tengo; el segundo del Matrimonio Homosexual, algo que me toca tan de cerca que ni un Pablo Romero te habría mirao como yo; el tercero de la Eutanasia, llamando, sin compasión alguna, criminal a la propia sangre del que sufre; y el Cuarto, un puyazo corrío que desgarró la piel del toro, cuando uniste las palabras aborto y trituradora.

.

Dicen que el pregón es la forma de ver la Semana Santa del pregonero, que ese punto de vista hay que respetarlo y tú eres libre de verla como quieras, pero qué visión más triste la tuya. Qué triste utilizar un pregón, aunque sólo sea en un pasaje, para repetir tu campaña tuya de cada día. Puede que algunos coincidamos en algún aspecto contigo, pero el hedor de tu mal gusto llegaba incluso a través de las ondas.

.

Pero lo que más me duele es que hayas utilizado a tu antojo el PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE SEVILLA, ahí es nada, que lo hayas destrozado, que te hayas cargao en el tercio de varas un toro que podría haber sido de indulto. Qué irreverencia, qué osadía, que falta de tacto y qué soberbia la tuya, la de siempre, la del elitista que se cebó, como un manso encelao, con la Hermandad de "El Cerro" por motivos que todos sabemos y que a tí te hacen hervir la sangre, verdad "amigo".

.

Y llegó el último tercio y te dedicaste a darle mantazos a un toro de esos que algunos gustan de llamar "de Guisando". Querías hacer faena a un toro muerto en pié. Ya era tarde y las tandas de mantazos, aburridas y tediosas, pregón más planito no lo ha habido seguro, se sucedían una tras otra. Sólo te adornaste con un trincherazo y un kikirikí cuando, la tradición obligaba, hablaste de la Esperanza del Arco. Pero hasta esto estuvo falto de pellizco, porque en todo momento se notó que no eres hermano de ninguna hermandad de penitencia, que pocas devociones tienes y esto, raro en un cofrade de Sevilla, te pasó factura. Difícil es pregonar lo que no se siente.

.

Tu suerte, tu inmensa suerte fue que al Coso Maestrante si algo le sobra es paciencia y respeto, en especial con los toreros de su tierra, y los aplausos que te llevaste fueron más por compromiso y simpatía que por ovación. Y es que al final ni los chistes hacían gracia, porque, parece mentira que tú no lo sepas, en Sevilla no es lo mismo "tener grasia" que "ser un grasioso".